Por: José Gregorio Torres.
Hoy doña María del Carmen Bravo, ya no está entre nosotros, hace poco partió a la casa del señor, pero al recordarla queremos sumarnos a todos aquellos hatoviejeros que sin temor a equivocarme tienen en ella a un ser que supo vivir su vida al servicio del bien común, pues en ella se resume la vida de una mujer como cualquier otra que en medio de sus humildes recursos aprendió a compartir no sólo en bienes materiales sino y más importante, en el oportuno consejo y en la grata compañía que da fortaleza en los momentos de tribulación, en una enfermedad o en la pérdida de un ser querido. En ella el pueblo de La Concepción tuvo uno de sus más sensibles y solidarios seres, quien vivió para dar ejemplo de vida no solo a su seno familiar, pues de ser una hija ejemplar, y una excelente hermana, fue una abnegada madre y abuela, sin que su carácter apacible y firme, dejará de formar parte de su conducta, la que siempre busco transferir a sus herederos, pero también a vecinos y amigos. Así forjó doña María, todo un patrimonio de afectos más allá de bienes materiales, los que nunca ahorró para servirle a sus semejantes y a su parroquia, en ofrendas permanentes de fe inquebrantable en su amada y venerada Virgen del Carmen y La Inmaculada Concepción.

Nacida en hogar humilde y de campo, descendiente de humildes agricultores, quienes honraron su nacimiento dándole el primer nombre de María y como segundo el de la virgen del Carmen patrona de innumerables corporaciones, su infancia fue la de una niña afanadora y obediente aprendiendo las elementales responsabilidades del hogar, el respeto y demás orientaciones que le acompañaron toda su vida, recordamos a doña María en tiempos en que a la parroquia llegaban abnegados sacerdotes y en la que María se fue haciendo oportuna y diligente, atendiendo los menesteres del altar, el aseo de la iglesia y los quehaceres de la Casa Parroquial, allí María del Carmen, se hizo imprescindible, pues ella como buena servidora, aprendió de sus superiores espirituales todo lo que se necesita para llevar en orden la parroquia, así fue que con el tiempo se hizo Ministro de la Eucaristía pasando por las legionarias hijas de María, y presidenta de varias sociedades, nada le fue ajeno en todo lo que tenía que ver con su amada parroquia y así vio desfilar a incontables sacerdotes quienes en ella confiaban las llaves del templo y Casa Parroquial, nada era ajeno a María quien se ganó de esta manera el respeto y admiración de niños, jóvenes y adultos, pues en ella reposaba sin lugar a dudas principios fundamentales, ejemplo de vida cristiana.
Doña María, se hizo conocida por sus monumentales pesebres a los que con gran esfuerzo y fe les dedicaba días para realizarlos, poniendo en cada una de sus partes su creatividad y el ingenio de una tradición familiar que cada día se realza más, como parte de nuestra cultura. Por ser un acontecimiento universal como lo es el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. Quién no recuerda a doña María cuando sus hijos y nietos se reunían en su casa, los días previos a la Semana Santa, para formar parte del elenco del Viacrucis Viviente, que también es icono de las tradiciones religiosas del pueblo de La Concepción, allí también María se convertía en personaje de la multitud que siempre acompañó a los principales de esta obra teatral. Doña María del Carmen Bravo ya no está entre nosotros, pero siempre vivirá en el recuerdo no solo de sus más cercanos familiares, pues su obra ejemplificadora, nos permite reconocer en ella su aporte que hoy forma parte del patrimonio del municipio Carache junto al de personajes como el maestro Amador, Guadalupe Román Colmenares, Mínumboc y tantos otros que con su entrega y convicciones dieron y seguirán dando lustre a la identidad de nuestro estado Trujillo.