Por Carlos Lozada

La estrategia política es un concepto que, aunque puede parecer abstracto, se convierte en una hoja de ruta esencial para cualquier partido o movimiento que busque alcanzar objetivos en el ámbito político. En un país como Venezuela, donde la realidad se ha vuelto cada vez más compleja y desafiante, la necesidad de una estrategia sólida y coherente se vuelve imperativa, especialmente tras las elecciones del 28 de julio de 2024.

En contextos no democráticos, las estrategias políticas suelen centrarse en la movilización popular. Este enfoque busca organizar y activar a las masas, generando un movimiento social que pueda presionar por cambios significativos. En Venezuela, la creación de alianzas entre grupos sociales, sindicatos y organizaciones comunitarias es fundamental. Estas alianzas no solo fortalecen la base de apoyo de la oposición democrática, sino que también permiten coordinar acciones efectivas en un entorno donde la represión y la censura son moneda corriente.

La propaganda y la comunicación juegan un papel crucial en este entramado. En un país donde los medios tradicionales están controlados o censurados, recurrir a medios alternativos se convierte en una necesidad vital. La difusión de ideas y la generación de conciencia sobre las injusticias son esenciales para cuestionar la legitimidad del gobierno en el poder. Exponer casos de corrupción, represión y violaciones a los derechos humanos no solo es un acto de valentía, sino una estrategia necesaria para recuperar la confianza del pueblo.

Sin embargo, tras las elecciones del 28 de julio de 2024, surge una pregunta crítica: ¿posee la oposición democrática una estrategia clara ante esta coyuntura? La respuesta no es sencilla. Si bien existen esfuerzos visibles por parte de algunos sectores de la oposición para articular una respuesta coherente, la fragmentación y la falta de un discurso unificado han sido evidentes. La polarización interna podría debilitar aún más su capacidad para generar un cambio significativo.

Los ciudadanos venezolanos, cansados y desilusionados, esperan una estrategia basada en la verdad. Hacerle frente a la situación actual implica hablar claro al pueblo, sin utopías ni falsas expectativas. La sinceridad en el diagnóstico y en las propuestas es fundamental para recuperar la confianza de una población que ha sufrido demasiado. Los venezolanos necesitan saber que sus líderes comprenden sus realidades y están dispuestos a luchar por soluciones concretas y alcanzables.

En conclusión, el camino hacia una Venezuela mejor requiere de estrategias políticas bien definidas que se fundamenten en la verdad y en una comunicación efectiva con el pueblo. Solo así será posible construir un futuro donde la democracia y el respeto a los derechos humanos sean la norma, y no la excepción. La historia reciente nos ha enseñado que las promesas vacías no conducen a ningún lado; lo que el pueblo necesita es claridad, unidad y un compromiso genuino con el cambio.

Foto: Cortesía.

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