Por José Gregorio Torres

Podemos decir que en Trujillo se han cumplido sin piedad, los designios impuestos por el tiempo, en los cuales el reconocimiento se ha rezagado hasta en los mismos cimientos de la iglesia católica, he aquí un ejemplo de vida de sacrificio, entrega de santidad y de amor por la fe cristiana, vida que se desenvuelven en épocas turbulentas en tiempos de cambio de paradigmas, fue allí donde surgen personajes como Sor Juana Catalina de la Peña Terán, nacida en un pequeño paraje de Trujillo, para la época humilde y alejado caserío llamado Valle Bajo ubicado entre el histórico pueblo de Santa Ana Trujillo, y la comunidad hoy parroquia Bolivia, del municipio Candelaria. Fue este lugar, al igual que Jerusalén, escogido por Dios para que viniera al mundo esta mujer que sin saberlo había sido elegida entre muchas otras de su pueblo, para cumplir altas y trascendentes responsabilidades para la gloria de Dios y de la Iglesia universal.

Biblioteca Pública Mario Briceño Iragorry de Trujillo, antiguo Convento Regina Angelurum. Foto: Cortesía.

Vino al mundo un 2 de mayo de 1777, en el marco de la histórica visita a Trujillo del obispo Mariano Martí, se entrega al servicio de Dios para cumplir su misión en la tierra, consagrándose a su servicio con profesión de fe el 4 de febrero de 1796, ejerciendo su apostolado y la docencia monacal en el Monasterio Regina Angelorum de Trujillo, hasta el año de 1810, fecha en la que es designada por sus superiores junto a otras tres monjas de este convento, para cumplir la misión de fundar el Monasterio del Santísimo Sacramento de nuestra Señora del Rosario, en la ciudad de Caracas, le corresponde en este proyecto vivir los trágicos sucesos del terremoto de 1812, el cual causó en esa principal urbe, gran mortandad, más adelante y por posibles causas de este acontecimiento, el 30 de marzo del mismo año, fallece una de sus compañeras trujillanas y principal superiora a quien corresponde por su jerarquía sustituir en el proyecto recién fundado, asumiendo de inmediato su conducción como directora. En este cargo se mantendrá por largos años hasta su muerte acaecida el 9 de junio de 1829, fecha en que entrega su alma al creador.

Este pequeño resumen de la vida de la hermana dominica es un homenaje a su memoria, y como único recurso para exaltar su vida y obra elevada al patrimonio humano, ya extinto de nuestro estado Trujillo. Agradeciendo el hecho de que no pudo haber sido posible este humilde intento de reivindicación, de no ser por las oportunas notas encontradas en el libro del historiador e investigador trujillano, Rafael Ramón Castellanos, titulado “Para la historia del El Ejido de Monay y su llanura Interminable y fecunda».     

Sor Juana Catalina de la Peña Teran. Imagen Cortesía.

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