Por Carlos Lozada
La pelota criolla, un juego tradicional con profundas raíces en la cultura venezolana, está recibiendo un impulso renovado en el municipio Carache. Este deporte, que se juega especialmente en los estados Lara y Trujillo, tiene un origen aborigen que le confiere un valor histórico y cultural significativo.
La dinámica del juego es similar a otros deportes de pelota, pero con reglas y estilos únicos. Se practica en canchas rectangulares de tierra, con dimensiones que oscilan entre 60 y 80 metros de largo y 1,50 metros de ancho. Los equipos, compuestos por jugadores denominados «Palas» y «Contrarresto», buscan anotar puntos lanzando una pelota hecha de materiales locales. Las técnicas de golpeo, como «bote por debajo», «bolea» y «medio bote», son características distintivas del juego.

En Carache, la pelota criolla no solo se considera un deporte, sino también una forma de socialización y celebración comunitaria. Las competencias suelen ir acompañadas de música, baile y comidas típicas, transformándose en eventos festivos que unen a la comunidad.
Orlando Quintero, promotor deportivo de la parroquia Santa Cruz, conversó con Caracheonline sobre las iniciativas para reactivar formalmente esta práctica tradicional. «Hemos realizado conversaciones con diferentes practicantes y revisado las canchas existentes», indicó Quintero. Mencionó que en Puente Villegas, vía La Toma, existía una cancha de pelota criolla que se busca recuperar, así como las canchas de Chupulun y La Cuchilla.
Estas iniciativas cuentan con el respaldo de los habitantes de los caseríos donde aún se realizan actividades de pelota criolla, y están siendo apoyadas por el Instituto del Deporte del Municipio. Quintero enfatizó: «La pelota criolla refleja la identidad cultural de las comunidades donde se practica, y es una manera de mantener vivas las tradiciones. Haremos todos los esfuerzos para que se realice un campeonato; esperamos el apoyo de la gente».
Con el compromiso de la comunidad y el respaldo institucional, la pelota criolla en Carache podría no solo revitalizarse, sino también convertirse en un símbolo de unidad y tradición cultural en la región.
