Por: José Gregorio Torres.
Hablar de emprendimiento en estos días es una oportunidad para escudriñar historias motivadoras, historias que bien pudieran servir de ejemplo para quienes en muchas oportunidades consideran que es imposible lograr metas y objetivos, no es el caso de nuestro personaje de hoy Mayarí Margarita López Graterol, quien desde muy joven se vio en la necesidad de salir adelante sola como madre soltera, pero con una formación hogareña de gran fortaleza espiritual. “No fue fácil” nos dice Mayarí quien apenas con una mayoría de edad debió dedicarse al trabajo rudo, pero sin abandonar metas y sueños, primero en la capital donde debió trabajar para su propio sustento y el de su primer hijo Luis, allí aprende un poquito de todo, entre otras cosas a preparar comidas, a hacer panadería y hasta de terapeuta, “Que no he aprendido yo en mi vida” nos comenta nuestra entrevistada.
Quisimos saber de sus orígenes y nos manifiesta ser hija de Hugolina Ramona Graterol, mujer de campo procedente de La Ranchería, a quien le debe principalmente su formación hogareña. Su padre, hombre también de campo, Luis Alberto López, oriundo del caserío La Mesa. Continúa Mayarí contándonos cómo siendo tan joven debió echar para adelante, siempre trabajando en comercios, luego de llegar a Carache nuevamente se ve en la necesidad de seguir luchando, pero ya de nuevo en su pueblo trae otra mentalidad y logra trabajar en varios comercios locales, entre ellos la Posada Ana María, Hotel Turístico Carache, entre otros, hasta lograr su propio restaurante. Es en verdad motivador e inspirador encontrarse con Mayarí, quien mientras cuenta su historia no puede evitar dejar salir sus lágrimas, pues de milagros y experiencias espirituales también nos habla, porque siente que Dios siempre ha estado allí con ella en cada momento difícil, pero también, en aquellos donde con satisfacción, se ve realizada junto a sus dos hijos: Luis Miguel Duran y Alejandro de Jesús López, a los que manifiesta su gran amor después de su adorada madre. De su esposo Omar Tortolero nos comenta: “Él es mi gran amor, es de Barquisimeto, un gran ser humano quien me ha enseñado a valorar, a querer y a respetar todo lo que me rodea, me ha ayudado a salir adelante con todo lo que me propongo y me enseñó la esencia del verdadero amor, lo amo con todo mi corazón y no he visto otro hombre tan hermoso como él, es un gran ser humano y siempre he pensado que Dios me lo envió”.

En esta nota hemos querido resaltar ese profundo humanismo que expresa esta mujer de luchas a quien Dios le dio el don de servir a través de su profesión como enfermera, la cual ejerce cabalmente en el Hospital Dr. Rafael María Quevedo Viloria, dónde cuenta con un grupo de compañeras solidarias y en un ambiente de agradable camaradería, y es que sus orígenes le preceden, pues orgullosa se siente de sus antepasados músicos campesinos y agricultores, esencia que no le es indiferente porque esto es lo que sin duda le da esa fuerza que hoy nos muestra en cada uno de sus emprendimientos, pues tanto en su diestra experiencia en el arte culinario como en sus dones como terapista, está hermosa dama, imprime su carisma y entusiasmo que es el sello que le da la confianza en todo lo que se ha propuesto realizar y que hoy ha querido gentilmente compartir con nosotros.

