Por José Gregorio Torres.
Haciendo un ejercicio de eventuales posibilidades, por los vientos que soplan y por las actitudes de quienes protagonizan el máximo liderazgo político en el país, es importante considerar las diferentes situaciones que se suscitarían el día después del 28 de julio, donde se espera un resultado de los comicios presidenciales a favor de uno de los dos candidatos que acaparan la intención del voto, pero que en definitiva dependerá de las instituciones como el CNE a quienes les corresponde, la gran responsabilidad de dar a conocer los resultados de esta trascendental consulta que define el futuro de la nación, bien como un país democrático con sólidas convicciones libertarias, o un gobierno supra constitucional que no respete la voluntad del pueblo.

Estás dos posibilidades colocarían al país en un riesgo cierto de anarquía, pues para nadie es un secreto cómo se han venido dando los acontecimientos políticos, pues pasamos de un país liberal donde a un grupo de insurrectos se les permitió el derecho de participar en elecciones libres y democráticas, sin riesgos de ningún tipo y con todas las garantías, recorriendo el país y logrando cautivar el voto de los decepcionados venezolanos, esto siempre en medio de una fiesta democrática y donde se dieron el lujo de despotricar de la democracia y de sus líderes a quienes llamaron escuálidos y demás, por otro parte, la oposición unificada enfrentó en el marco del respeto a ese movimiento que se decía llamar democrático, pero que con el tiempo ha venido demostrando su talante contrario a las libertades y que hoy vemos cómo actúa ante una posible y cierta posibilidad de derrota electoral.

¿Qué preocupa a los venezolanos hoy cuando se visualiza una inminente y evidente derrota del gobierno? En primer lugar, el comportamiento desventajoso en el que se ha colocado el estado confabulados abiertamente para evitar unas elecciones limpias y transparentes con ataques de toda índole aprovechando el poder de las instituciones, incluyendo las mismas fuerzas armadas a las cuales se usan para intentar enviar un mensaje inconstitucional, pues estás deben estar al servicio y protección del pueblo y la nación, y no a una parcialidad política por lo que se coloca de manera subliminal a las instituciones como desconocedores del eventual triunfo de Edmundo Gonzales, ya que de ganar la derecha democrática, estos presuntamente intentarían desconocer el mandato popular, lo que colocaría al actual gobierno en una posición de ilegitimidad y, por tanto, le corresponde al estado garantizar la estabilidad del país. O sea, ponerse del lado de la Constitución y de las leyes. Pues el mandato supremo es del pueblo soberano quien se expresa a través de las urnas y lo demás no tendría otro nombre, más que dictadura.