Por José Gregorio Torres

Siempre he considerado al maestro(a), como el primer héroe de la escuela, hoy se multiplicaron esos héroes, cada uno con su particular carisma, unos muy exigentes otros extremadamente cariñosos y aquellos que solo cumplen con su programa y plan educativo, estos últimos sin compromiso verdadero con la educación, pero que al igual que cualquier otro influye para bien o para mal en la educación de nuestros hijos, en Carache, los nombres de la maestra Rosario Pimentel (Chayo), esa que aun después de fallecida era vista recorrer los pasillos de su escuela Dr. Ernst. Pero también merecen recordatorio las maestras Trina Pérez, Guadalupe Román Colmenares, y Angélica de Landaeta, maestros como Omar Cañizales, Gonzalo Gonzales, el bachiller Márquez, el bachiller Zambrano y Macedonio Arcángel Pérez. Entre muchos otros dignos de recordación.

En estos tiempos una generación intermedia de excelentes maestros también se hicieron del buen querer y apreciación ellos merecedores de emotivos reconocimientos, algunos de ellos al igual que los anteriores venidos de otras entidades del país, pero que hicieron vida activa llegando estos a consolidar sus familias y a quienes aprovechamos en esta nota donde la intención es reconocer el sacrificio y la entrega, con la cual estos héroes profesionales se entregaron a la formación de ciudadanos útiles a la patria entre ellos destacó a Leovigildo Benítez, Edgar Bracamonte, José Feliciano León, Ana de Bracamonte, Juana Pérez, Alicia de Valecillos, Leonarda Torres de Marin, Sonia de Materano, Damiana de Betancourt, María Telefora Pérez, Rita de Azuaje, Eddy Saavedra y Diana Pérez de Rodríguez. Así como tantos otros a quienes por razón de espacio no puedo nombrar en esta nota.

Con este marco referencial quiero reconocer el trabajo que una joven maestra de estos tiempos en los que la controversia es parte de la dinámica cotidiana, ella es María Angélica Valera, una maestra a la cual le ha tocado enfrentar las luchas sociales relacionadas con su profesión y quién día a día busca dar lo mejor de sus conocimientos en defensa de un ambiente cónsono con las necesidades y exigencias de la sociedad presente. Ella, que recientemente vivió la triste y lamentable pérdida de uno de sus mejores alumnos, José Luis Cañizales Marín, fallecimiento que dejó un enorme vacío, no solo en el ambiente de sus compañeros, sino especialmente en el corazón de la maestra María Angélica. Sin embargo, la vida continúa y la inspiración que permanece en el ánimo de esta profesional, seguirá siendo una permanente dedicación a su profesión inspirado en estos grandes y nobles maestros que le precedieron y hoy son su inspiración para continuar dando todo por el todo en su amada escuela «Dr. Adolfo Ernts.»

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