Por José Gregorio Torres

Las Luchas salariales siguen siendo para los venezolanos una bandera que se han negado a arriar, aunque en los últimos años ha sido más difícil, cuando las centrales gremiales y sindicales se han convertido más en patronales que de lucha por el proletariado y es que por lo general cuando el estado se convierte en ejemplarizante y en el mensaje deja claro que ya no hay separación de poderes, sin duda que poco se puede esperar en cuanto a las luchas sindicales y gremiales, el debilitamiento demostrado por las centrales obreras en Venezuela, y la poca o nada información sobre los procesos y negociaciones entre los representantes sindicales, ya que los acuerdos no dan muchas esperanzas a los trabajadores, sobre todo del sector público donde en los últimos dos decenios se han visto mermados considerablemente los beneficios y el poder adquisitivo de los trabajadores.

En la actualidad los sindicatos para los trabajadores son como letra muerta donde prácticamente quienes están ostentando la representación sindical, se establecieron allí para seculo seculorum o sea en cristiano significa que para siempre y mientras ejercen una representación ya ilegítima, pues las elecciones sindicales al parecer no están en agenda, tampoco quienes hoy los representan al parecer tienen la voluntad de luchar por las reivindicaciones, muchas de ellas ya perdidas, al igual que aquellas grandes y multitudinarias marchas, ni exigencias contractuales, ni siquiera ruedas de prensa para informar ningún avance, pues hasta de las redes sociales desaparecieron, claro al no tener nada que decir para que aparecer públicamente, lo cierto es que en este momento de tanta precariedad donde el trabajador se siente desamparado y poco representado, no tiene mucho que celebrar en su día, y a lo mucho si que reclamar pero para no ser escuchado.

Solo le queda a quienes dieron toda su vida al servicio de la patria, la conformidad de recibir como gratitud de un estado indolente, un Dios se lo pague y si acaso una indemnización que si mucho le alcanzará para comprarse unos tres kilos de algo, un par de zapatos, y si lo reinvierte bien su devaluado dinero, en algo que le permita adquirir algún medicamento para los múltiples males que hoy le causa está situación del país, en la que muchos ya forman parte de las estadísticas de los que no soportaron el trato inhumano con el cual el estado desconoce su sacrificio y sus servicios prestados a la nación, como si la obligación fuese solamente del ciudadano a servirle a la patria, mientras el estado mantiene reducida su burocracia limitada a su dirigencia, mientras la gran mayoría de los trabajadores públicos deben conformarse con las migajas que hoy se reciben, alegando un sin fin de circunstancias que a saber fueron creadas por el mismo sistema anacrónico que no permite mejorar su economía y por ende garantizar un desarrollo en el cual gran parte de esa burocracia pudiera ser absorbida como antes lo era por la empresa privada, está hoy reducida y que es estrategia política, que mantiene como parte del dominio y control de un estado que ya no soporta las presiones de la sociedad venezolana por lo que el día del trabajador seguramente pasará sin penas ni glorias en este nuevo año 2024.

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