Por Ing. Carlos Lozada

En medio de un panorama político sumamente polarizado, la necesidad del debate se vuelve más evidente que nunca. El diálogo, la discusión de ideas y el intercambio de puntos de vista son fundamentales para llegar a acuerdos que beneficien a toda la sociedad. Sin embargo, en la actualidad, parece que la costumbre de marcar las diferencias políticas a través de insultos y descalificaciones se ha vuelto la norma, levantando muros en lugar de construir puentes.

En Venezuela, donde la situación política y social es cada vez más compleja, es crucial que los actores involucrados en la resolución de conflictos actúen con seriedad, discreción y desprendimiento. Los días que vienen son cruciales para la oposición venezolana, que se enfrenta a la disyuntiva de seguir con la confrontación constante o buscar acuerdos que permitan avanzar hacia soluciones efectivas.

Si la peleadera y las divisiones internas persisten, se estaría asegurando al chavismo un prolongado tiempo en el poder, con consecuencias devastadoras para el país. Es imperativo dejar de lado los personalismos, las fantasías y los egos, y trabajar en conjunto para superar al enemigo común que representa la crisis actual.

En este contexto, es fundamental recordar que el debate sano y constructivo puede llevarnos al consenso y a la resolución de conflictos de manera pacífica y efectiva. Es hora de dejar de lado las diferencias superficiales y enfocarnos en lo que realmente importa: el bienestar de todos los venezolanos. Ha llegado el momento de actuar con responsabilidad, madurez y compromiso, en aras de construir un futuro mejor para nuestro país.

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