Por José Gregorio Torres
Si es cierto que todos tienen el mismo derecho a inscribirse y a actualizar su registro en el CNE, causa demasiada suspicacia, y con razón, además de molestia, el hecho que desde la llegada de la máquina del Registro Electoral a Carache, se ha desconocido el cronograma con el cual cumple su función la misma, y por supuesto que en nada sorprende cundo la vemos pasar en una moto conducida por un personaje tan conocido por sus acciones como por sus pocas y serias actuaciones, seguramente dirán que esta colaborando y todo eso, pero en nada nos sorprendería que sea el mismo el que dice para donde va hoy, la tan ansiada maquinita y para donde toca mañana, mientras los demás actores incluyendo los espectadores nini, solo se limitan a correr. Detrás del cuento, aquí no está, está más allá y, a la final, solo los rojos disponen de dónde se va a colocar la tan perseguida máquina.
Lo cumbre de todo esto es que ni en la cuarta república se había jugado tanto a la candelita, porque estaba claro que en democracia, el más organizado llevaba la ventaja, o sea los partidos políticos movían su gente hasta la máquina y el que lograra mejor organización, seguramente también se favorecía en el operativo, pero todo se llevaba como una gran fiesta democrática, y sobre todo con la transparencia que debe caracterizar a un árbitro que como su responsabilidad amerita, no jugaba para ninguno, pues solo así es como se logra fortalecer un sistema político democrático, pero el pueblo está observando desde la grada y espera su turno, el turno de jugar democráticamente como fue siempre durante 40 años, con sus defectos por supuesto.
Por cierto, que aun en Carache en su más grande centro poblaciónal no ha sido posible que los electores puedan revisarse o registrar a los jóvenes, claro esto no es fortuito, obedece a una estrategia que tiene mucho parecido al jugador que al saberse perdido manipula las reglas del juego pero en medio de la partida, y como en parte tiene el poder al final, si no logra vencer patea la mesa o sabotea la partida, pero esto la verdad, el pueblo, los sigue observando y analizando, esperando el momento en que los jugadores cansados asumen de una vez por todas y con la seriedad del caso, lo importante de la partida no es juego, se trata del futuro del país y la paz de la región. Ojalá la bendita maquinita llegue a tiempo y no se » dañe» a última hora como excusa.