Por Ing. Carlos Lozada
La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece principios fundamentales que no solo guían el funcionamiento del Estado, sino que también son esenciales para la vida democrática y el respeto de los derechos humanos. Entre estos, destacan la soberanía, la democracia participativa y protagónica, y la promoción de los derechos humanos, que son la base sobre la cual se construye una sociedad justa y equitativa.
En su Artículo 5, la Constitución afirma: «La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce directamente en la forma prevista en esta Constitución y en la ley, e indirectamente, mediante el sufragio, por los órganos que ejercen el Poder Público». Esta declaración es un recordatorio poderoso de que el verdadero poder político no se concentra en un líder o un grupo selecto, sino que emana del pueblo en su totalidad.
El principio de soberanía implica que el pueblo es el único titular del poder y tiene el derecho inalienable de ejercerlo a través de mecanismos democráticos. Esto incluye no solo el derecho al voto, sino también la participación activa en la vida política y social. Los ciudadanos tienen la responsabilidad de involucrarse en debates, organizarse en comunidades y participar en consultas populares. Este compromiso cívico es fundamental para asegurar que las decisiones que afectan sus vidas sean representativas de sus intereses y necesidades.
Además, el Estado tiene la obligación de garantizar que se respeten los derechos democráticos y facilitar los mecanismos necesarios para la participación ciudadana. La democracia participativa no debe ser vista como un mero ejercicio electoral, sino como un proceso continuo donde la voz del pueblo se hace escuchar y se traduce en acciones concretas.
En este contexto, es vital reflexionar sobre la importancia de respetar la voz del pueblo expresada en el sufragio. Cada voto cuenta y cada decisión colectiva tiene el potencial de transformar realidades. Ignorar o menospreciar esta voz puede llevar a un deterioro de la democracia y a un gobierno que no represente los intereses de quienes realmente ostentan el poder: los ciudadanos.
La participación activa y consciente del pueblo es lo que garantiza un gobierno legítimo y representativo. En tiempos donde las democracias enfrentan desafíos significativos, recordar que el poder reside en el pueblo es fundamental para construir un futuro donde todos tengan voz y voto. La soberanía popular no es solo un principio constitucional; es un compromiso ético que cada ciudadano debe asumir para asegurar que la democracia funcione en beneficio de todos.
